lunes, 4 de abril de 2011

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA. Parte I.

Acabamos de cambiar de estación y viene a mi mente aquel dicho de que "la primavera la sangre altera". Si ya llevamos vidas bastante alteradas en nuestra sociedad actual, quizá no nos vendría mal pararnos a recordar aquellas cosas tan fundamentales para nuestra cotidianidad. No somos Robinsones en islas desiertas sino seres sociales -como ya escribiera Aristóteles- que intearccionamos unos con otros y, para hacernos la vida más sencilla y agradable, nos damos unas normas de convivencia. 

Usos y costumbres.
Todos cuantos conformamos una sociedad nos ofrecemos a nosotros mismos unas normas, que no son pétreas ni inamovibles sino que están vivas, como vivos estamos quienes las acordamos, y evolucionan. No siempre podemos hacer lo que nos da la gana, porque, sencillamente, el vecino también tendrá derecho a hacerlo, pues vivimos en democracia, y el "todo vale"es únicamente fruto de la comodidad y sólo conduce a la anarquía. Ya lo escribí hace dos semanas:
Si quieres que a ti te traten bien, trata tú primero exquisitamente. La anarquía se basa en la falta de respeto y lleva a lo contrario de lo humano: a la falta de civilización. La cortesía se basa en la educación, la cual conlleva a la cultura y esta a la civilación. Los usos cívicos son el reflejo de nuestro interior y seguro que tienes un fondo muy rico como para echarlo al traste por una falta de educación o una grosería. Si quieres que vivamos en democracia: "No todo vale". Como ya escribió Oscar Wilde: "Las reglas de la buena sociedad son o debieran ser las mismas que las del arte. La forma es absolutamente esencial en ellas".
                                                     
Ruidos y velocidad. Vivimos sometidos a un continuo estrés en una sociedad ruidosa, en la que móviles, coches, semáforos... nos obligan casi a gritar para hacernos entender. Y también están las prisas, vamos tan acelerados que perdemos la  perspectiva de lo que sucede a nuestro alrededor y la relación con los demás se va diluyendo. 

 Saludos y conversación. A nadie nos gusta que nos suene el despertador ni levantarnos con el pie cruzado sin darnos cuenta, pero ni tú ni yo podemos pagar nuestro cansancio y/o mal humor con nuestros vecinos: Todo el mundo se merece una sonrisa y un saludo agradable. Por eso saludamos al conserje de nuestro edificio al salir de casa, a la señora que barre el portal, al vecino que nos encontramos en el ascensor y le ofrecemos algo de conversación -nos interesamos por su familia, su mascota, comentamos las noticias del día si las conocemos ya..., al quiosquero de la vuelta de la esquina, al conductor del autobús, a la taquillera del metro y a las personas que allí velan por nuestra seguridad...

 ¿Y qué hay de cuanto sucede a tu alrededor? ¿De todas aquellas personas que pueden necesitar tu ayuda y/o merecen un trato especial?

Atención y respeto especial: la mujer, la edad, las minusvalías, la antigüedad, el saber y la autoridad.
La mujer, para que no continúe siendo tratada como un objeto y se le reconozcan con agradecimiento los valores diferentes de los varones que aporta a la sociedad y porque es la principal transmisora y cuidadora de la vida humana; las personas mayores, tan veneradas en culturas orientales y tan desgraciadamente denostadas en la nuestra, por su edad, su sabiduría de la vida, su construcción del mundo en el que vivimos; los invidentes y minusválidos, por su especial sensibilidad, su capacidad de superarse, su sola presencia nos hace recordar que todos somos personas dignas, débiles y fuertes al mismo tiempo; la antigüedad en los cargos, tanto públicos como privados, por su experiencia, por su larga trayectoria de dedicación al trabajo;
las personas"sabias", los investigadores, los intelectuales y filósofos, que se dedican a estudiar y a pensar cómo podemos vivir y convivir mejor; las autoridades que defienden los derechos de los ciudadanos y  facilitan la concordia.
                                                                  
Civismo y caballerosidad. Resulta de agradecer que siga habiendo personas dispuestas a abrir una puerta, ayudar a cruzar una calle o a transportar una maleta...
 

LO QUE NUNCA DEBES HACER

1. Si eres varón, no ceder el paso a una mujer; si eres joven, no hacerlo con una persona mayor.
2. Si eres varón, no abrirle la puerta a una mujer; si eres joven, no hacerlo con una persona mayor.
3. Dar con la puerta en las narices a alguien.
4. Hacer uso ostentoso de tu rango y/o condición para ocupar el primer puesto.
 Si procede, ya te lo cederán.
5. "Hacerte el suec@" ante un anciano, un invidente o cualquier persona que pueda requerir de tu ayuda.

La semana que viene me centraré en detalles y lugares concretos, mientras tanto no te envenenes con esta medicina, derrocha amabilidad y ¡a disfrutar!






4 comentarios:

  1. Me encanta!!!!! eres toda un descubrimiento! enhorabuena con tu blog,

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  2. No sabes lo de acuerdo que estoy contigo. Yo particularmente no soy una persona muy sociable, puedo decir que el mundo me ha hecho así, pero sí que me preocupo muy especialmente y con mucha dedicación a que mis hijos saluden cuando entran a un sitio a las personas que encuentren.
    Con lo que no sé si estoy muy de acuerdo es con hacer menciones especiales de atención, porque primero; respétate tu mismo para que te respeten los demás.
    No discriminaría por sexo y si que educaría a que las mujeres no se dejaran vender como si fueran un objeto.

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  3. Muchas gracias por tui comentario Amaya. No obstante, pienso que si respetamos a los demás -les dedicamos un saludo, una sonrisa...-, los demás nos respetarán a nosotros.

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Gracias por dejar tu opinión. Me ayuda a crecer y a mejorar. Aránzazu.